Para combatir este problema, una empresa británica ha creado un “robot tiburón” que puede devorar hasta 500 kilogramos de basura al día.

El robot se llama WasteShark y tiene la forma de un tiburón blanco, pero en miniatura. Mide 1,5 metros de largo y 60 centímetros de ancho, y se desplaza por el agua mediante un motor eléctrico que no emite ruido ni contaminación. Su boca está equipada con una red que recoge los residuos que flotan en la superficie, desde botellas y bolsas hasta colillas y mascarillas.

WasteShark no solo limpia el agua, sino que también recopila datos sobre la calidad del líquido, la temperatura, el pH, la salinidad y el oxígeno disuelto. Estos datos pueden ser útiles para monitorear el estado de los ecosistemas acuáticos y detectar posibles amenazas.

El robot puede operar de forma autónoma o controlada a distancia por un operador humano. Tiene una autonomía de ocho horas y puede recorrer hasta cinco kilómetros sin necesidad de recargar su batería. Cuando está llena, la red se vacía en un contenedor especial y los residuos se clasifican para su reciclaje o eliminación.

WasteShark es el primer robot marino de su tipo y ya está siendo probado en el río Támesis de Londres, uno de los más contaminados de Europa. La empresa que lo desarrolló, Britvic, espera que su invento contribuya a mejorar las condiciones del río y a concienciar sobre la importancia de reducir el consumo de plásticos.

Según la ONU, cada año se vierten alrededor de ocho millones de toneladas de plásticos a los océanos, lo que equivale a un camión lleno cada minuto. Estos plásticos afectan a la vida marina, a la salud humana y al clima. Por eso, iniciativas como WasteShark son necesarias para frenar esta crisis ambiental y proteger nuestros recursos hídricos.